Un minuto con Dios

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Ser perfeccionista, ¿es una virtud o un defecto? Querer que todo salga a la última perfección, ¿está bien o está mal?

Es innato en el ser humano el deseo de evolucionar, de ser cada vez mejor, personal y colectivamente, familiar y socialmente; cuando su hijito le presenta el cuaderno de deberes, usted le alaba lo bien realizado, pero le estimula a perfeccionarse, a hacerlo cada vez mejor.

Cuando usted se afeita o peina su cabellera, desea que le quede una perfecta afeitada o un peinado impecable; y así en todas las cosas y en todos los niveles, ¿por qué solamente en nuestra parte espiritual queda remos sin el debido desarrollo?

La meta de todo ser viviente es lograr la perfección « completa de su vida en todos sus órdenes.

Si somos humanos, no nos contentemos con serlo; aspiremos a ser hijos de Dios por la gracia santificante.

Eso será llegar a la meta que nos hemos propuesto y, sobre todo, que nos ha señalado el mismo Padre celestial.

“«Vosotros sed perfectos, como es perfecto vuestro Padre celestial» (Mt, 5, 48).

El divino Maestro y Modelo de toda perfección, el Señor Jesús, predicó a todos y cada uno de sus discípulos, cualquiera fuese su condición, la santidad de vida, de la que El es iniciador y consumador” (LG, 40).

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