Un minuto con Dios
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Cada uno de nosotros ha de cobrar conciencia de eso y cada uno de nosotros deberá despertar en sí al héroe y al santo, dejando aletargados al pecador y al criminal.
Si es bueno que el hombre vulgar quede adormecido y anulado en nuestro interior, no será bueno que el santo y el héroe sigan durmiendo e inactivos.
Todos llevamos dentro de nosotros mismos un bloque de mármol, del cual podemos tallar o la imagen de un bufón, o el busto de un poeta; de nuestra vida podemos hacer, la del hombre que tiene miras rastreras, o la del que vive para hacer el bien y para suscitar la inquietud de hacer el bien.
“Sabemos que la Ley es espiritual, mas yo soy de carne, vendido al poder del pecado. Realmente mi proceder no lo comprendo; pues no hago lo que quiero, sino que hago lo que aborrezco” (Rom, 7, 14-15)
No te extrañes de experimentar en ti también esta ley del pecado: la inclinación al mal; humíllate como el apóstol y, puesta la confianza en el Señor, sigue en tu esfuerzo por ser cada día un poquito mejor.
Y esto a pesar de tus caídas.
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