Rivalidad entre el bien y el mal
8:15
Ocultos en el fragor del alma, se encuentran viviendo con el hombre los aspectos de “Bien y Mal” (cielo e infierno). Muchos en cambio se empeñan en darles morada física, sin embargo, son los mismos estados de conciencia. Decía un gran filosofo: “Conócete a ti mismo, y descubrirás que todo el cosmos te integra.
El amor te envuelve, el mal como dolor te acosa te sojuzga.” Por tanto, a esta aguerrida dualidad es a la que tenemos que batallar de manera consciente y audaz.
Para lograrlo, se tienen a mano las enseñanzas que otorgan el conocimiento de las leyes universales, que nos rigen y diseñan el sendero iniciático de conquistas y realización integral del ser.
A través de esta lucha, es que el hombre manifiesta sus expresiones buenas o malas en sus conductas; y estas son las que pautan costumbres o las acciones en las sociedades del mundo. Se dice además, que las sociedades actúan como la ley de causa y efecto, que arbitra y devuelve a sus miembros lo que recibe de sus estructuras psicofísicas; toda vez que lo que mueve a la acción, son las proyecciones de los íntimos pensamientos que emite el hombre sin control; los que se hacen fundamentos de conductas.
No pudiendo el hombre sustraerse de sus marcados efectos, hasta tanto no trasforme sus pensamientos, que presionan y califican los sentimientos en buenos o malos. Ya lo citó Mahatma Gandhi: “Las grandes luchas se llevan a cabo en el interior del hombre…” Y estos aspectos antagónicos son las conciencias superior e inferior que buscan liderar al ser.
Aquí se podría inferir que esto se compara a las enfermedades en el hombre. Las mismas se incuban y tienen su desarrollo patológico en el interior de su anatomía, y luego se manifiestan en el cuerpo con su correspondiente morfología, y muchas veces, cuando se hace expansiva se convierte en pandemia afectando a la humanidad. Con lo indicado entonces se comprende, que el alegre carnaval o el triste drama que vive el hombre, no son más que las morfologías de los sentimientos y pensamientos que origina dentro, y que se expresan al exterior, haciendo con ello sus respectivas pandemias con mucho dolor y sufrimientos, afectando a todo el conjunto de vida y sus productos.
Es entonces, que consciente el hombre de esto, tiene la responsabilidad de libertarse de la trampa que le tiende siempre el ego o conciencia inferior, y enrumbarse a realizar un trabajo interno, descubriendo en sí mismo, que no es el cuerpo, ni la mente, y que sí en cambio es un Ser Divino, a hechura, imagen y semejanza de Dios, donde mora la más alta condición de gozo “La plenitud o cielo”. Es ahí que reside el Ángel de su Conciencia Superior y que por ende, este estado se le otorga a la conciencia que se autorrealizó en el sendero del amor, servicio con obras y con el conocimiento de Dios.
Lesbia Gómez Suero
Para lograrlo, se tienen a mano las enseñanzas que otorgan el conocimiento de las leyes universales, que nos rigen y diseñan el sendero iniciático de conquistas y realización integral del ser.
A través de esta lucha, es que el hombre manifiesta sus expresiones buenas o malas en sus conductas; y estas son las que pautan costumbres o las acciones en las sociedades del mundo. Se dice además, que las sociedades actúan como la ley de causa y efecto, que arbitra y devuelve a sus miembros lo que recibe de sus estructuras psicofísicas; toda vez que lo que mueve a la acción, son las proyecciones de los íntimos pensamientos que emite el hombre sin control; los que se hacen fundamentos de conductas.
No pudiendo el hombre sustraerse de sus marcados efectos, hasta tanto no trasforme sus pensamientos, que presionan y califican los sentimientos en buenos o malos. Ya lo citó Mahatma Gandhi: “Las grandes luchas se llevan a cabo en el interior del hombre…” Y estos aspectos antagónicos son las conciencias superior e inferior que buscan liderar al ser.
Aquí se podría inferir que esto se compara a las enfermedades en el hombre. Las mismas se incuban y tienen su desarrollo patológico en el interior de su anatomía, y luego se manifiestan en el cuerpo con su correspondiente morfología, y muchas veces, cuando se hace expansiva se convierte en pandemia afectando a la humanidad. Con lo indicado entonces se comprende, que el alegre carnaval o el triste drama que vive el hombre, no son más que las morfologías de los sentimientos y pensamientos que origina dentro, y que se expresan al exterior, haciendo con ello sus respectivas pandemias con mucho dolor y sufrimientos, afectando a todo el conjunto de vida y sus productos.
Es entonces, que consciente el hombre de esto, tiene la responsabilidad de libertarse de la trampa que le tiende siempre el ego o conciencia inferior, y enrumbarse a realizar un trabajo interno, descubriendo en sí mismo, que no es el cuerpo, ni la mente, y que sí en cambio es un Ser Divino, a hechura, imagen y semejanza de Dios, donde mora la más alta condición de gozo “La plenitud o cielo”. Es ahí que reside el Ángel de su Conciencia Superior y que por ende, este estado se le otorga a la conciencia que se autorrealizó en el sendero del amor, servicio con obras y con el conocimiento de Dios.
Lesbia Gómez Suero
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