“En cierta ocasión vino un estudioso del budismo a visitar a un maestro zen para hacerle algunas preguntas.

Cada vez que el maestro trataba de enseñarle algo, el hombre lo interrumpía con observaciones como:

-”Si, claro, en nuestra escuela también…”, o “es lo mismo que dice fulano…”, etc.

Finalmente, el maestro dejó de hablar y comenzó a servir té a aquel erudito. A pesar de que la taza estaba llena, el maestro continuaba vertiendo té. El hombre entonces le dijo:

-”Está derramando el té, ¿no ve que no cabe más?”.

-”En efecto”, contestó el maestro, “Si no vacía su mente, ¿cómo puede saborear mi enseñanza?”