Un minuto con Dios

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Uno de los escapismos más comunes es el pensar que en otras circunstancias nosotros seríamos perfectos hombres, cabales cristianos.

En otras circunstancias, pero no en las que debemos afrontar. Porque con estas personas que me rodean; con este jefe que me controla; con esta esposa que me cela; con este amigo que no me deja en paz; con este trabajo que me absorbe; con este temperamento tan rápido y sensible; con este.,. con esta…

Y no es verdad; porque, en las distintas sendas o veredas, variará el color de la piedra en que tropiezo; no su dureza ni su tamaño.

No digamos: “¡Cómo deseo padecer el martirio del amor!”, y luego no seamos capaces de soportar en silencio las inclemencias del tiempo o un simple roce de molestia o cualquier contrariedad.

Si ahora, en este lugar, en estas circunstancias, con estas personas, no soy capaz de perfeccionarme, tampoco lo seré luego.

“Que el Señor os haga progresar y sobreabundar en el amor para con todos, como es nuestro amor para con vosotros, para que se consoliden vuestros corazones con santidad irreprochable ante Dios, nuestro Padre” (I Tes, 3 12-13).

Has de ser irreprochable ante Dios y ante los hombres.

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