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Un minuto con Dios

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Hay una persona, a la que no debes perdonarle na­da; esa persona eres tú y nadie más que tú.

Hay una persona con la que debes ser en extremo exigente; esa persona eres tú, pero nadie más que tú.

Hay una persona con la que debes mostrarte rígido y duro; pero no te confundas: esa persona eres tú; pero nadie más que tú.

Hay una persona con la que nunca debes mostrarte indulgente; esa persona eres tú y solamente tú.

¿No alteras con frecuencia los términos, siendo in­dulgente contigo y duro con los demás, suave y com­placiente contigo y violento y áspero con los demás?

En este caso el orden de factores sí que altera el producto y lo altera fundamentalmente.

“Sí no me escucháis y no cumplís todos estos man­damientos; si despreciáis mis preceptos y rechazáis mis normas, no haciendo caso de todos mis mandamientos y rompiendo mi alianza, también Yo haré lo mismo con vosotros” (Lev, 26, 14-16).

Hay un compromiso entre tú y tu Dios; si tú no eres fiel, no esperes que el Señor lo sea contigo; todo depende de ti; Dios nun­ca te fallará.

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