Un minuto con Dios
0:00Si no quieres que tu rostro refleje la cólera o el mal humor, no lo fomentes en tu interior; no ofrezcas a tus familiares, a tus dependientes, a quienes tratan contigo, o se mueven a tu alrededor, la triste escena de un rostro amargado, aplastado, repelente.
Ofrece más bien un aspecto alegre, optimista, emprendedor; la sonrisa es siempre más atractiva que el ceño adusto o el gesto amargante.
Y no sólo más atractiva, sino también más constructiva; serás más, conseguirás más, serás más útil, si en tu interior fomentas el orden, la tranquilidad y una serena paz.
Serás más acepto a los demás, porque en tu exterior, en tu rostro aparecerá tu interior.
“Yo exalto a mi Dios, y mi alma se alegra en el Rey del cielo. Su grandeza sea de todos celebrada y confiésenle todos en Jerusalem” (Tob, 13-7).
Tú tienes sobrados motivos para alabar al Señor y para dedicarte a que todos cuantos te rodean se dediquen también a alabarle.
Todo lo has recibido de El; a El le debes infinitas acciones de gracias.
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